miércoles, 1 de febrero de 2012

AGÁRRENSE QUE SIGUE EL FRÍO!


Por la mañana ya algo me decía que todo iba a ir bien: recorrer las calles que me llevan al hospital a las 9.15 de la mañana, hora más que razonable, saliendo de mi iPod canciones que transmiten “buen rollo”, y llegar contenta al destino, es indicador de que esto iba a comenzar de manera prácticamente inmejorable.

Camino por la calle con miedo a tropezar, ya que sé que mis congelados pies no reaccionarán a tiempo y acabaré clavando las rodillas en el suelo. Pues lo peor está por llegar, dicen. Tengo que pedirle el secreto a los parisinos, que parecen estar ya acostumbrados a esto.
Nuestro primer día en el hospital, valoración: genial genial! Ana y yo estamos en el departamento de UPAC&C, es decir, en anticancerígenos. Todo lo que era PNT, que parecía no tener nada de utilidad y ser sólo listas y listas en un taco de folios, empieza a tomar sentido: Guantes, gorro, pijamas, zuecos, claves de acceso y llaves! Eso es lo que me espera por lo menos hasta que nos roten, y la verdad es que no pinta nada mal! La gente del hospital nos trata como uno más, procurando que entendamos todo y estemos a gusto. Muy buen rollo, y de nuevo, todas las Erasmus volvemos a sorprendernos de la hospitalidad y la buena predisposición encontrada.

Comemos todos juntos en el hospital, con costumbres como tocar la espalda de los presentes como saludo, y no hablar de “los temas prohibidos”. Paredes repletas de graffitis que no esperas encontrar revisten el comedor, y una ruleta que te “castiga” si incumples las reglas no escritas durante la “déjeuner”. Después del café del hospital, vamos a tomar un chocolat a un bar de Bastille, la verdad es que así da gusto!
Dudo que hubiera podido tener más suerte en mi estancia en París, y para colmo, hoy no he tenido que coger el metro! Lo que significa, que si estás en la ciudad de la luz, trabajando o estudiando, y puedes prescindir del medio de transporte más rápido y usado, a la vez que sucio, es que o bien te gusta caminar, o bien la diosa fortuna te ha guiñado un ojo permitiéndote disfrutar del paisaje de distancias relativamente cortas.

Y aquí, una de las canciones con las que he empezado el día

Cuando me doy cuenta, son ya las 19.00, lo que se traduce en anochecer en un clima helador. Hora de recogerse. Me esperaba una cena de 2 horas de charla agradable, a la par que intelectual y elevada, con mis dos magníficos y queridos colocataires.
Mañana más y mejor!

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