Ya puedo decir que he visto lo más turístico de París,
aunque me quedan mil rincones por ver. Y es que esta desconexión se ha debido a
que he tenido una ajetreada temporada de visitas (y yo encantada!!!). Es por
esto, que explicaré poco a poco todo lo que vi en el mes de marzo, empezando
por Notre Dame, la catedral de París.
¿Qué decir de Notre Dame? Anita la describió como “casi tan
bonita como la catedral de León”; la verdad es que en la de León no he estado,
pero Notre Dame tiene unas vidrieras que “quitan el hipo”, impresionantes,
majestuosas, coloridas, precisas en sus dibujos… también alberga vírgenes como,
obviamente, la de Notre Dame de París, y podemos encontrar la patrona de los
estudiantes! En unos meses, nos hará falta unas velitas para ponerle... Y al
fondo, justo de frente, la ves a ella, con esa cara de sufrimiento, ese halo de
luz que la ilumina, ella… la piedad.
Desde el 12 de diciembre de 2012, hasta el 11 de diciembre
de 2013 se celebra en Notre Dame el 850º aniversario de la catedral, aunque en
realidad, esta iglesia de estilo gótico se comenzó a construir en 1163 y no se
terminó hasta 1250, de la mano de Jean de Chelles, Pierre de Montreuil, Pierre
de Chelles, Jean Ravy, y Jean le Bouteille, sufriendo modificaciones hasta
nuestros días.
Podemos subir a lo alto para saludar a las gárgolas que
cuidan de la catedral, mientras tenemos una impresionante vista de París; las
gárgolas… esas estatuas, tan diferentes unas de otras, cada una con un
significado, haciendo un acto diferente…
hasta me pareció ver un pequeño elefantito! Todas eso sí, con esa cara que
impone, como perversa, pero tienen algo, algo que hace que te gusten… quizá sea
curiosidad, o que es algo fuera de lo normal, pero ciertamente, tienen algo que
atrae, como magnetismo.
Saliendo de la catedral, podemos acceder a la cripta y ver un poco cómo estaba organizado todo en sus tiempos; no fue lo que más me gustó, quizá sea, porque me falta perspectiva para poder imaginarme todo lo que falta.
Saliendo de la catedral, podemos acceder a la cripta y ver un poco cómo estaba organizado todo en sus tiempos; no fue lo que más me gustó, quizá sea, porque me falta perspectiva para poder imaginarme todo lo que falta.
De todo esto, yo me quedo con la subida a la torre (a pesar
de las escaleras… que en París puedes subir tooodas las que quieras), y las
vidrieras. Sin menospreciar, claro está, toda la fachada, con sus mil pequeñas figuras, talladas, esculpidas en
la puerta. Vista desde atrás me parece simplemente, preciosa...
Y
cuando ves todo esto, te das cuenta de que si quisieras saber todo sobre esta
catedral, el significado de cada figura, cada cristalito de cada vidriera, cada
postura de cada gárgola… no te valdría sólo con esta vida para todo lo que
tienes que aprender.
Si la envidia es un pecado, voy a ir al infierno de cabeza.
ResponderEliminar(Albita, echamos de menos tu Tenor en la Banda...)